Echamos la vista atrás y analizamos la transformación que ha sufrido la industria de la arquitectura y la construcción durante los últimos años, en concreto los sucesos ocurridos durante 2020 que todos conocemos, conectándolos directamente con el diseño arquitectónico.
¿Cuántas de esas tendencias siguen vigentes y cuánto han evolucionado? ¿Qué nuevas tendencias aparecen en el horizonte para los próximos años? ¿Hacia donde se dirige la sustentabilidad en la arquitevtura?
El calentamiento global
La imagen de un glaciar en pleno derretimiento parecía algo lejano y que no nos iba a afectar. Sin embargo en 2020 nos obligó a habitar nuestras viviendas durante las 24 horas del día, enfrentándonos a sus virtudes, pero también a sus defectos. Quizás notamos cómo un agradable clima interior durante la mañana puede convertirse en un infierno durante la tarde, o somos testigos directos del crecimiento de hongos en las paredes de esa habitación fría y oscura que rara vez utilizamos en el pasado. La degradación del medio ambiente y el cambio climático tiene una relación directa con nuestra calidad de vida y con nuestra salud, y muchos lo estamos comenzando a notar negativamente en nuestros entornos…
El mes de septiembre de 2020 fue el mes más caluroso registrado en la historia de la humanidad, y uno de los principales desafíos de los arquitectos será diseñar proyectos que puedan ser refrigerados natural o artificialmente de la manera más eficiente y adecuada posible.
Al aumentar nuestra consciencia sobre estas problemáticas, podemos pronosticar que las personas serán aún más exigentes y rigurosas al momento de tomar decisiones relacionadas con sus viviendas y entornos construidos, forzando a los arquitectos a comprender en profundidad la composición y el comportamiento de los materiales y productos, a evaluar con detalle las consecuencias de las decisiones de diseño.
Según la ONU, las ciudades que más crecerán en los próximos años se ubican principalmente en climas cálidos y para evitar una catástrofe energética, el diseño arquitectónico debe comenzar a abordar estos temas como prioritarios.
El comportamiento humano
¿Cómo afectan mis decisiones individuales a mi entorno? ¿Hasta qué punto soy realmente consciente del comportamiento y de los efectos de los espacios que habito y diseño? ¿Es sostenible el estilo de vida que llevo y que estoy ayudando a crear? ¿Cómo debemos habitar el planeta en el futuro?
Muchas de estas respuestas se vinculan a tendencias globales que realizamos los seres humanos y los cambios significativos sólo sucederán masivamente si es que se impulsan legislaciones adecuadas y modificaciones estructurales en la industria. Sin embargo, el surgimiento de consumidores finales más reflexivos pueden desencadenar transformaciones importantes a largo plazo. Lo mismo ocurre con los arquitectos. Un diseño arquitectónico que no considere sus repercusiones a escala local y global, y que no estime su adaptación a un futuro cambiante, se vuelve inviable y un problema para las generaciones siguientes. Y el confort individual solo perdurará si es que es alcanzado colectivamente y con una conciencia sostenible a mayor escala, retro alimentándose mutuamente. Funciona de la misma manera que la inmunidad de rebaño: una vacuna en sólo unos pocos no terminará con la enfermedad.
La sustentabilidad en la arquitectura
A las preocupaciones tradicionales de la arquitectura se suman ahora nuevos hábitos, nuevos usos, nuevas tecnologías, nuevos dilemas constructivos, nuevos estándares de higiene, e incluso nuevas ideas relacionadas con la influencia del espacio físico en nuestros cerebros. Sin embargo, la vida es un péndulo y mientras muchas de estas tendencias pasarán desapercibidas, otras podrán convertirse en realidad.
De este modo, los edificios en sí mismos serán más eficientes. Asimismo, la complejidad y variabilidad de las expectativas de los seres humanos podrán ser cubiertas de manera más fácil y eficiente, abrazando colaborativamente una serie de herramientas y tecnologías que se alejan de nuestros dominios tradicionales.
Según el manifiesto urbanístico de la Carta de Atenas, la ciudad debería organizarse para satisfacer cuatro necesidades básicas: habitar, trabajar, recrear y circular. Bastó una pandemia para que todas estas funciones permanecieran en espacios interiores, y la última, muy restringida. Podemos intentar predecir lo que vendrá pero sólo hay algo seguro: debemos estar preparados para adaptarnos, evitando el ensimismamiento y la rigidez. Un futuro multidisciplinario consciente, dispuesto y a la adaptación, quizás es un buen punto de partida para actuar simultáneamente en diferentes escalas, sin descuidar a nadie ni nada.